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La campaña de desprestigio contra la c4nn4b1s y una breve comparación con el tabaco y el alcohol

  • Foto del escritor: Sebastian Lopez
    Sebastian Lopez
  • hace 6 días
  • 2 Min. de lectura

Durante el siglo XX, la c4nn4b1s fue víctima de una intensa campaña de desprestigio impulsada por intereses económicos, políticos y raciales. Esta planta, utilizada ancestralmente con fines medicinales y espirituales, fue asociada de manera sistemática con la delincuencia, la locura y la marginalidad, especialmente en Estados Unidos. Los medios y el cine de la época (como la infame película Reefer Madness) exageraron sus efectos y la presentaron como una amenaza social, contribuyendo a su prohibición en gran parte del mundo.


La campaña de desprestigio contra la c4nn4b1s también fue impulsada por grandes farmacéuticas, que vieron en esta planta una amenaza para sus intereses económicos. Al tratarse de una alternativa natural, segura y de bajo costo para tratar el dolor, la ansiedad, el insomnio y otras afecciones, su uso medicinal competía directamente con medicamentos sintéticos y altamente lucrativos. Estas empresas financiaron estudios sesgados y presionaron a legisladores para mantener su ilegalidad. Así, se protegieron mercados de analgésicos, antidepresivos y opioides, incluso cuando la evidencia sobre los beneficios terapéuticos de la c4nn4b1s ya era contundente y respaldada por comunidades médicas y científicas.


Paradójicamente, durante el mismo período, el alcohol y el tabaco —dos sustancias con efectos comprobados y devastadores para la salud pública— no sólo eran legales, sino ampliamente promovidos. El alcohol es responsable de millones de muertes anuales por cirrosis, accidentes de tránsito y violencia. El tabaco, por su parte, es una de las principales causas de cáncer y enfermedades cardiovasculares.


En cambio, la c4nn4b1s no presenta una tasa de mortalidad asociada, y diversos estudios científicos han demostrado sus propiedades analgésicas, antiinflamatorias y ansiolíticas. Además, no genera dependencia física como sí lo hacen el alcohol o la nicotina.


Según el informe más reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicado en junio de 2024, el consumo de alcohol fue responsable de aproximadamente 2,6 millones de muertes a nivel mundial en 2019, lo que representa el 4,7% de todas las muertes globales. De estas, 1,6 millones se debieron a enfermedades no transmisibles, 700.000 a lesiones y 300.000 a enfermedades transmisibles.


En cuanto al tabaco, la OMS informa que cada año mueren más de 8 millones de personas debido a su consumo. De estas, más de 7 millones son consecuencia del consumo directo de tabaco, mientras que alrededor de 1,2 millones se deben a la exposición de no fumadores al humo ajeno.

Hoy, con el avance de la ciencia y los movimientos sociales, se ha comenzado a desmitificar la c4nn4b1s, reconociendo su valor terapéutico y cuestionando la hipocresía histórica que la marginó. Aún queda camino por recorrer, pero el debate informado y comparativo es un paso fundamental hacia una política de drogas basada en evidencia y no en prejuicios.




 
 
 

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